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domingo, 14 de septiembre de 2008

El Poder en la Casa de Dios

Predica del Domingo 14 de septiembre del 2008

Por Juan B. Fuertes Piantini

1Reyes 8:27-43


Salomón, el hombre más sabio conocido en el mundo, que escribió miles de proverbios, consejos y vivencias, que durante su reinado Dios le concedió la paz que este necesitó para poder llevar a cabo su cometido y cumplir con las promesas y mandatos de Dios, construcción del Templo y hacer que el poder y la palabra de Dios se conocieran en tierras extranjeras y en todos los pueblos del derredor de Israel.

Fue el 3er Rey de Israel, luego que Saúl y David tuvieron que batallar para recuperar el territorio que correspondía al pueblo de Israel, derramando mucha sangre, fue reservado para este sucesor del trono el beneficio y la distinción de que si era condición de su corazón dedicar esos años de paz del pueblo para la construcción del templo, sin escatimar esfuerzos, sin guardar ni aun 1g de oro para su beneficio, dedicó todo lo que tenía y lo que consiguió para la construcción del Templo.

Muchas veces vemos, algunos han vivido, como se hace difícil el construir una casa para Dios, no tanto fundar una comunidad de cristianos, sino la construcción o adquisición de un local para continuar con la obra que Dios ha puesto en nuestras manos. Hay que ver el sacrificio para muchos que esto implica, en cuanto a lo material, lo emocional, tiempo, entre otras cosas.

Pero la verdad es que nos gusta sentirnos resguardados, respaldados, es como si su cobertura nos rodeara mientras estamos en su casa, es sentirse seguro de que cuando estamos presentes en el lugar consagrado para la adoración de nuestro Creador, su presencia está en medio de nosotros, y nos escucha al oído muy atentamente, a cada uno de nosotros, recibiendo con agrado nuestras alabanzas y escuchando nuestros corazones, gozosos, tristes, con necesidades, con abundancias y nos acogemos a esa promesa

Mateo 18:20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Luego de cumplir la promesa de su Padre de construir “Casa para Dios” llega el momento en el que tiene que consagrar esta casa y vemos como su corazón rebosa de gozo por ver cumplida esta meta, el empeño de dar lo mejor a Dios no bastaba para este hombre, se acercó al oído de Dios y le pidió, hizo una petición no solo en beneficio de él y su pueblo, también lo hizo de manera abierta para que el poder de Dios fuera conocido en todas las naciones.

I. El Templo como Habitáculo de Dios
En los vs 27-30, luego de una reflexión lógica, no fanatizada, el Rey Salomón hace una sincera petición a Dios, le dice que el definitivamente entiende que no puede enclaustrarle a cuatro paredes, que no puede contener su deidad en un Templo por más que se haya trabajado en el, por más esfuerzo que se haya puesto en su construcción y aun toda la parte emocional y material que se derramó en esta construcción.

Pero aun así clama la presencia de Dios, clama por el cuidado de día y de noche de su casa y que las oraciones que aquí se presentaren fueran escuchadas allá en su morada, en los cielos. Pide que este sea un lugar solemne en donde todo el que vaya ore, se arrepienta y pida sea escuchado y respondido. Esta es la primera petición que realiza Salomón con respecto a la Casa de Dios.

Esto me llama mucho la atención, porque pudiera esto confundir un poco si no le prestamos atención, podríamos pisar la raya de la idolatría, si no entendemos de manera correcta los hechos que en estos versículos se disponen. Pero no es así, Salomón está muy claro en lo que ha hecho y lo que significa este Templo para ellos y para Dios, es solo un lugar, algo material, pero la disposición del corazón, no es algo tan vano como pudiera llegar a ser un Templo o Casa de Adoración, el corazón de este hombre estaba movido a seguir el ejemplo de su padre David, de seguir a Dios y sus mandamientos y hacerlos cumplir en toda la tierra que estaba bajo su mando. El está claro en su petición, NO pide a Dios que descienda a vivir única y exclusivamente en ese Templo, pero le pide claramente que así como había prometido su nombre “Este en este Lugar”.


II. El Templo lugar de Perdón
Luego de la presentación y peticiones iníciales del Rey a Dios, comienzan las peticiones individuales y específicas, y va desglosando las distintas situaciones en las que se puede ver envuelto el pueblo de Dios y pide el compromiso a Dios para con estas personas si disponen su corazón al arrepentimiento y acuden a Él para su perdón y juicio.

En los vs. 31-39. Salomón es muy explícito en cuanto a las condiciones que pide el favor de Dios, en condición de arrepentimiento repite en muchas ocasiones “si viniere”, no es esperar a que alguien le llame para reprimirle o instarle a pedir perdón por sus pecados, “si viniere” por su arrepentimiento y convicción de que el Señor puede perdonar su pecado, será escuchado en la casa de Dios, al oído de Dios.
1. Si Pecamos contra el prójimo v 31
2. Si fuéremos derrotados por nuestros pecados v33
3. Si el cielo se cerrare o si se abriere de más v35
4. Si tu pueblo estuviere en necesidad, enfermedad o sitiado por el enemigo v37

En todas estas situaciones y en cualquier situación que se encuentre un hijo de Dios y viniere postrado a sus pies, ante su altar, ante su santo templo, donde su presencia está garantizada, allí seremos escuchado en su morada en los cielos, nuestras plegarias llegaran como si su oído estuviere a nuestro lado, en nuestras bocas, escuchando muy atentamente nuestra petición.

Esto así para que temamos, para que sepamos, para que entendamos que tu eres el Señor Todopoderoso.

III. El Templo como lugar de Reunión
Lo más importante de esta lectura es ver como el Rey Salomón, dentro de todas sus peticiones de perdón, restauración, bendición, juicio, condiciona al pueblo judío y al extranjero que ha conocido del poder de Dios a acudir a su Templo o Casa para ser escuchado.

¿Esto no significa que es el único sitio donde seremos escuchados? Claro que No.

Mat 6:5-6 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
(6) Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

Aun así esta inducción a acudir ante el altar de Dios para ser escuchado tiene fundamentos, cuando acudimos a la casa de Dios, cuando entendemos que el hacerlo va en beneficio de nuestra vida física, emocional y espiritual, cuando nos juntamos y unimos con los hermanos en oración ya sea de perdón, de adoración y gracias de petición, indudablemente nuestras fuerzas se multiplican exponencialmente y no quedamos solos librando la batalla sino que somos reforzados y sostenidos por las oraciones de los hermanos, pastores, lideres y demás.

Es una bendición el nosotros acudir a un lugar que llamamos casa de Dios, un lugar que haya sido consagrado en su nombre, para su regocijo y su presencia, un lugar en el que la cotidianidad del mundo es dejada de lado para dar paso a nuestra comunión con Dios. No es una obligación, no es un favor que le estamos haciendo a Dios, todo lo contrario los beneficiados en esta visita somos nosotros, los que vamos a terminar arrepentidos, sanados, alentados, perdonados, bendecidos somos nosotros, porque acudimos a la casa de Dios a recibir alimento espiritual, no tan solo para nosotros y nuestra familia, sino que podemos bendecir, ayudar y rescatar a otros.

26 GUARDIAS BIEN ARMADOS (tomado de diccionario anecdótico e-sword)

Un misionero en vacaciones contó la siguiente historia cuando visitaba su Iglesia local en Michigan, EU.: " Mientras servía como misionero en un pequeño hospital en el área rural de África, cada dos semanas viajaba a la ciudad en bicicleta para comprar provisiones y medicamentos. El viaje era de dos días y debía atravesar la jungla. Debido a lo largo del viaje, acampaba en un punto medio, pasar la noche y reanudar mí viaje temprano al siguiente día.

En uno de estos viajes, llegué a la ciudad donde planeaba retirar dinero del banco, comprar las medicinas y los víveres y reanudar mi viaje de dos días de regreso al hospital. Cuando llegué a la ciudad, observé a dos hombres peleando, uno de los cuales estaba bastante herido. Le curé sus heridas y al mismo tiempo le hablé de Nuestro Señor Jesucristo. Después de esto, reanude mi viaje de regreso al hospital. Esa noche acampé en el punto medio y a la mañana siguiente reanude mi viaje y llegué al hospital sin ningún incidente. Dos semanas más tarde repetí mi viaje. Cuando llegué a la ciudad, se me acerco el hombre al cual yo había atendido en mi viaje anterior y me dijo que la vez pasada, cuando lo curaba, el se dio cuenta que yo traía dinero y medicinas. Él agregó: " Unos amigos y yo te seguimos en tu viaje mientras te adentrabas en la jungla, pues sabíamos que habrías de acampar. Planeábamos matarte y tomar tu dinero y medicinas. Pero en el momento que nos acercamos a tu campamento, pudimos ver que estabas protegido por 26 guardias bien armados". Ante esto no pude más que reír a carcajadas, y le aseguré que yo siempre viajaba solo. El hombre insistió y agrego: "No señor, yo no fui la única persona que vio a los guardias armados, todos mis amigos también los vieron, y no solo eso sino que entre todos los contamos".

En ese momento, uno de los hombres en la Iglesia se puso de pie, interrumpió al misionero y le pidió que por favor le dijera la fecha exacta cuando sucedió ese hecho. El misionero les dijo la fecha y el mismo hombre le dijo: "En la noche de tu incidente en África, era de mañana en esta parte del mundo, y yo me encontraba con unos amigos preparándome para jugar golf. Estábamos a punto de comenzar, cuando sentí una imperiosa necesidad de orar por ti, de hecho, el llamado que el Señor hacía era tan fuerte, que llamé a algunas personas de nuestra congregación que se reunieran conmigo en este santuario lo más pronto posible."Entonces, dirigiéndose a la congregación le dijo: "todos los hombres que vinieron en esa ocasión a orar, ¿podrían por favor ponerse de pie?" Todos los hombres que habían acudido a orar por él se pusieron de pie, el misionero no estaba tan preocupado por saber quiénes eran ellos, más bien se dedico a contarlos a todos. . . . en total 26 hombres.

Definitivamente Dios nos escucha, nos guarda y nos da las herramientas para que asumamos el control de nuestras vidas espirituales, su palabra está escrita, su pacto está escrito y se ha cumplido, el velo del templo se ha rasgado, ya podemos entrar al lugar santísimo hacer nuestras peticiones y seremos escuchados al oído de Dios.

Solo nos falta la disposición, no piense en usted cuando vaya acudir a la Iglesia, no se fije en si basta solo con el domingo, si no es necesario acudir a los otros cultos de la semana “porque de todos modos Dios se mueve conmigo donde quiera que vaya”, piense en los demás, piense en el beneficio para sus hermanos y para su misma vida, lo que implica el acudir al lugar que fue designado para Adorar y Alabar el nombre del Señor.

Repito, no le está haciendo un favor a Dios, estamos recibiendo por su misericordia, la dadiva, el regalo de estar conscientes que tenemos un lugar como Iglesia donde podemos reunirnos, compartir, ser entendidos, ser escuchados, ser perdonados, un lugar que Dios ha puesto para esta familia para que todos unidos podamos marcar la diferencia en nuestras vidas y la vida de los que nos esperan.

El Señor quiere que dependamos de Él, que tengamos una vida íntegra, que tengamos que acercarnos a El de manera tanto física, como espiritual.

1Reyes 8:52-53 Estén, pues, atentos tus ojos a la oración de tu siervo y a la plegaria de tu pueblo Israel, para oírlos en todo aquello por lo cual te invocaren; (53) porque tú los apartaste para ti como heredad tuya de entre todos los pueblos de la tierra, como lo dijiste por medio de Moisés tu siervo, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, oh Señor Jehová.

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